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Más allá de las frases

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No me da vergüenza decirlo: las frases motivacionales me han salvado más de una vez. Esas palabras simples, a veces cursis, a veces profundas, me agarraron de la mano cuando sentía que todo se venía abajo. Me dieron aire cuando me ahogaba en mis propias dudas, cuando el espejo me devolvía una versión de mí que ya no reconocía. Pero si te soy totalmente sincero, no son lo único que me levantó el ánimo.

También están ellas.Sí, las mujeres motivacionales de Instagram. Esas que suben una foto sonriendo después de entrenar, o con una taza de café y una mirada llena de paz, o simplemente caminando por la vida como si supieran exactamente quiénes son. Y quizás lo saben. O quizás están tan rotas como yo, pero decidieron no rendirse, igual que yo. Esas imágenes me inspiran. Me hacen sentir que todavía hay belleza en el mundo, y que vale la pena seguir adelante.

No se trata solo de lo físico —aunque no voy a mentir, a veces esa energía también despierta algo en uno—, sino de lo que transmiten. Fuerza, serenidad, foco, autoestima. Ellas también publican frases, pero con una mirada que te dice: “yo también luché, y estoy acá”. A través de una pantalla, me dan un empujón que a veces no encuentro en mi entorno. Y eso vale más de lo que parece.Cada vez que me siento al borde, abro Instagram. Busco esas cuentas que me llenan de ganas. Que me hacen imaginarme una versión mía más valiente, más firme, más viva. No importa si son influencers, entrenadoras, escritoras o simplemente mujeres compartiendo su vida. Desde su lugar, me motivan.

Así que sí, las frases me ayudan. Pero ellas también.

Y si hoy estoy escribiendo esto con un poco más de esperanza en el corazón, es porque entre palabras, fotos y miradas virtuales, encontré razones para no soltarme. Gracias a todas las que, sin saberlo, me están sosteniendo desde el otro lado de la pantalla.

@Mateo Videla
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